Sincero soliloquio de un inconsecuente indeciso que humildemente solicita ayuda


No es normal sentir la abrumadora necesidad de oprimir las teclas cuando son casi las tres de la madrugada. Pero aquí estoy, desvelado y errante, como tantas otras veces.

Me carga dar explicaciones. Ya he tenido suficiente con aquellos eternos, malos, hermosos e inolvidables años de colegio, cuando todo lo que hacía parecía estar mal, de acuerdo a la cuidada moral católica de esa institución cuyo nombre prefiero echar al olvido.

Paradójicamente, agradezco haber estudiado allí. De otro modo no lucharía contra las injusticias ni sería un ateo hasta la médula. Porque ver tanto cinismo, tanta mediocridad, banalidad y superficialidad me hicieron entender la necesidad de ser diferente y detractor de toda esa falsa alegría y jovialidad que se presta para ser maniobrada como títere y corrompida por los intereses del mercado.

No es aquello, sin embargo, lo que deseo tratar esta noche. Veo que me alejo de lo que planeo escribir. No es de extrañar, mi principal defecto es irme por las ramas y no concretar las cosas.


Pero si me doy el ánimo de escribir es porque se trata de nada menos que mis excusas y mi defensa. Creo que les he fallado a todos, pero en especial me he traicionado a mi mismo. Lo noté ya hace unos días, cuando una rosada mujer especial me salvó de morir, luego de verme descargar mi frustración golpeando los avisos publicitarios de las calles e intentando atentar contra mi vida, para al día siguiente, no recordar nada de lo que había hecho en la borrachera de la noche anterior.

Tal vez nadie se interese en darse el trabajo de juntar las letras que ahora agrupo en el abandonado "rockvolucion" blog, pero al caso poco importa. Siempre he sido de pocos, pero buenos amigos. Supongo que los verdaderos tendrán por ahí sus palabras de apoyo, entendimiento o detracción. Los falsos y su indiferencia verán caer su careta conmigo, hoy.


Por cierto, mis textos son una paja. Si no te importa leer de mi vida personal, por favor no sigas leyendo. No vale la pena.


Decía que he fallado y entonces se preguntarán el por qué. No resulta fácil ni obvio develar lo que se esconde detrás de la armadura de cada persona. Así entonces conjeturo que más de alguien puede pensar que escribo esto por la simple necesidad de llamar la atención o justificarme. No lo culpo, siempre es fácil hablar acerca de quién no se conoce. Y de ese mal, ya he sufrido bastante.

Me he acostumbrado a lidiar con gentes que te tildan y tachan de uno u otro modo de acuerdo a la apariencia y lo poco y nada que te conocen. Qué decir de aquella típica tía lejana o vecino mal intencionado que siempre está pendiente de lo que uno hace, como esperando que te vaya realmente mal. Porque cuando te va bien, parecen no notarlo, pero ¡ay! que pases por una mala racha. Te juzgan de acuerdo a sus códigos y normas de conducta (importadas directamente de la televisión y las series gringas, of course) y a la primera oportunidad, disparan contra ti. Lo peor de todo es que les he dado la razón, para su beneplácito a hurtadillas. He sido un fracaso y un inconsecuente.

Silvio Rodríguez escribió una vez: "la gente que me odia y que me quiere, no me va a perdonar que me distraiga". Y eso es lo que he hecho en el último tiempo. Distraerme.

Todo aquello que creí alguna vez hacer bien, lo he hecho mal. Allí donde debía estar una palabra de aliento al que sufre, estaban mis reflexiones personales y egoístas, preocupadas únicamente de mis propios problemas y sufrimiento. Donde debió estar la simpatía y la comunicación interpersonal, estuvo el desgano y la distancia absoluta con mis pares. Allí donde debía estar el talento hecho papel y canción para responder al esfuerzo de mis padres, estaba la desidia, el desorden y el alcohol. Donde debieron estar las buenas notas para acallar tantas bocas envidiosas, estuvo mi fracaso. En donde debí sentirme orgulloso y omnipotente, estuve frágil e indeciso.

Ya es tarde, sin embargo y es momento de tomar decisiones que pueden ser definitivas. He pensado mucho y necesito en primer lugar, tratar con ayuda profesional mi incapacidad de cumplir obligaciones y asumir retos, además de darme un tiempo para pensar bien en cosas tan simples y profundas como ¿quién soy? ¿qué es lo que busco?.

Mi estadía en la universidad ya no es otra cosa que un endeudamiento absoluto para un rendimiento mediocre por mi nulo esfuerzo. A todo ello sumo una sensación de vacío y soledad cada vez que me acerco a la escuela de periodismo. Es como si todos notaran mi cara de asco, rechazo e ira y entonces huyeran espantados del tortuoso abismo que se esconde detrás de un 'saludo de utilería'.

Tampoco siento aflorar ese talento que antes tenía por asumido y del cual me congratulaba día y noche. ¿Qué pasó con el "don de la palabra", además de ser usado en alguna romántica cita casual? (¿o debiera decir acaso, sexual?).

Creo que ha llegado la hora de tomar las riendas de mi vida y dejar de ser una carga. Conseguir un trabajo y emigrar de Antofagasta, volver a mis orígenes, volver a ser ese alguien de quien me sentía orgulloso y ser un aporte, comenzando desde cero. Luego de ese periodo de trabajo y reflexión, decidir si regresar periodismo, estudiar otra cosa o dedicarme al ludo.

Sin embargo otra parte mía dice que si me voy, será para no volver, cambiando por dinero, además de la compañía familiar y de los buenos amigos, esos tantos sueños que acuñé tres años atrás, además de la posibilidad de ser periodista, músico y escritor. El sueño de mi vida.

¿Qué hacer? me pregunto, y la respuesta no llega aún a esta mente insensata. ¿Dejar todo lo malo atrás y buscar un nuevo comienzo (con un futuro incierto), o recoger las pocas ruinas que van quedando y reconstruir desde ellas (con el riesgo de que todo se arruine aún más)?

Mañana lunes me enteraré de si existe la opción de congelar, pero tengo plazo hasta el 9 de Agosto para hacer ese trámite. Pensaba hacerlo enseguida, pero no estoy seguro de esa decisión.

Por eso hago públicas estas reflexiones. Antes que consultar el horóscopo, tarot u otras sandeces, prefiero la opinión sincera y objetiva de todo el mundo, ya sea amigos, amigas, conocidos, compañeros, profesores. Me doy cuenta que no estoy en condiciones de tomar solo una decisión de tal magnitud, ante la tamaña subjetividad que se encuentra ahora en mi cabeza y me haría muy bien conocer otros puntos de vista. He notado que soy una persona que en su vida personal opina y dice mucho, pero pocas veces escucha al resto. Es posible cambiar. Me he decidido a ser todo oídos (y ojos) ante lo que piensen quienes me rodean.

Por eso pregunto: ¿qué opinas? ¿qué harías tú en mi lugar?.

Agradezco las respuestas y las leere con detención y apertura mental.



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¿Quién escribe?

Cristian Reyes Herrera

Estudiante de Periodismo UCN, editor general de UCN Online, Periodista del periódico "La Alternativa", bajista de medio tiempo de "Postinor".

"Muchas veces pensamos cosas y luego se olvidan, esfumándose sin pena ni gloria y entonces decimos: 'maldición, debí escribirlo'. De eso se trata este espacio, ser el lugar en donde escribirlo. Sacarle provecho a estas nuevas 'sucias' heramientas de manipulación mental del sistema para mostrar también la otra realidad, aquella que no se condice con el 'gran' desarrollo económico que supone el neoliberalismo"

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